Comentario
Los grandes paneles de ladrillo vidriado tuvieron, asimismo, una clara función decorativa, similar a la que tendrían después en Babilonia y en Persia, sus más directos imitadores. El primer ejemplo con este tipo de ornamentación, siempre muchísimo más económica que la de los relieves sobre finas lajas de alabastro yesoso, y quizás de mayor efectismo visual, fueron los paneles que decoraron pasillos y estancias del Ekal Masharti de Salmanasar III en Kalkhu. En la fachada del portal de ingreso de una gran cámara se situó una extraordinaria composición (4,07 m de alto y 2,91 de ancho; Museo de Iraq) presidida por la doble imagen del rey, vestido de sacerdote, a los lados del símbolo de Assur, quien desde su disco solar le ofrecía una corona; por la parte superior, y después de un breve texto genealógico, se figuraba el Árbol de la Vida, sobre el cual dos toros rampantes apoyaban sus patas delanteras. Una hermosísima cenefa con cinco motivos ornamentales distintos rodean todo el campo temático, de tonalidad amarilla.
Tiempo después, los zócalos de los templos y de alguna otra construcción de la ciudadela de Dur Sharrukin se vieron decorados con este tipo de cerámica, caso del Templo de Sin, que contó con un zócalo de ladrillos vidriados en tono azul, ornamentados con figuras de diversos animales, plantas y objetos (león, águila, toro, higuera y arado) de coloración amarilla, cuyo desarrollo abría la imagen del propio rey y la cerraba su visir. Las dos figuras masculinas siguen la iconografía tradicional y su significado es claro; en cambio, el resto de las figuras encierra connotaciones simbólicas. Esta misma temática se repitió, con algunas variantes, en los zócalos de los templos de Shamash, Ningal y Nabu, de la misma localidad.
Asimismo, de Assur y de Nínive nos han llegado algunos ladrillos vidriados sueltos, decorados con lo que podrían ser escenas reales o palatinas; pero al ser tan escasos en número y tan poco significativos no se puede añadir nada más sobre ellos.